Las dificultades obedecen a todo tipo de complejas razones lingüísticas, que van desde la mecánica de la lengua y la garganta hasta explicaciones más sencillas, como la dificultad que implica pronunciar una secuencia tanto de vocales como de consonantes o bien de sílabas. Sea cual sea el motivo, estas permiten a alguien que domine la lengua detectar de inmediato si otro/a hablante es nativo/a.
Por ejemplo, "cabeleireiro" es la palabra portuguesa para un/a estilista o barbero/a. Lo que la hace difícil de pronunciar es el hecho de que "lei" y "rei" se juntan en la palabra y se leen de manera similar a "ay" de la palabra inglesa "lay".
"Następstw", la palabra polaca para "consecuencia", contiene un grupo de cuatro consonantes, por lo que su pronunciación requiere cierta preparación mental.
"Serrurerie", la palabra francesa para "cerrajero", es difícil de articular correctamente, incluso para los más expertos en fonética. Otras palabras son muy largas y tienen que ser descompuestas, como "Fünfhundertfünfundfünfzig", la palabra alemana para el número 555.
"Chiacchierare", el verbo italiano para "charlar", puede sonar como se escribe, pero su pronunciación es difícil debido a los complicados sonidos de ‘c’ y ‘ch’, que se repiten dos veces en la palabra. Todo forma parte de la diversión y la intriga que ofrecen las numerosas lenguas de nuestro continente, maravillosamente diverso.